Cualquier distorsión de la escucha demasiado arraigada conlleva
la pérdida de incluso el deseo de escuchar, lo que a su vez va a generar una
disminución del deseo de comunicar, ya sea por resignación ya sea por falta de
confianza consecuencia de las dificultades encontradas para poder hacerlo
eficazmente.
No hay que olvidar que tener una buena escucha no implica necesariamente tener una buena audición. La escucha se caracteriza a la vez por una real intención de comunicar así como por una calidad de percepción e interpretación del mensaje sonoro recibido. La escucha se evalúa pues por la calidad de aprovechamiento de nuestra audición y no por su nivel de sensibilidad.
Aunque la expresión "problemas de comunicación" posee indudablemente un carácter muy general y que las dificultades de comunicación pueden tener causas muy diversas y variadas, eso no impide que una proporción considerable de estas últimas encuentra su origen en distorsiones probadas de la función de la escucha. Las dificultades de comunicación pueden adoptar formas muy diferentes. Por ejemplo, pueden manifestarse por una incapacidad en aceptar recibir los sonidos que nos rodean sin que ello represente para nosotros una agresión: el claxon de un coche, una puerta que se cierra, el ambiente sonoro elevado en un restaurante, pero también ciertas voces, como la de un compañero de trabajo, un pariente, un amigo... Para ciertos, será imposible utilizar su voz como una verdadera herramienta de comunicación, por falta de dominio de sus diferentes componentes prosódicos: entonaciones, inflexiones, ritmo, intensidad. El interlocutor que recibe la voz la percibirá entonces como agresiva, fría, o desprovista de cualquier poder de expresión.
Es precisamente trabajando sobre la recepción y la emisión del sonido que el Método TOMATIS actúa eficazmente en la comunicación.
No hay que olvidar que tener una buena escucha no implica necesariamente tener una buena audición. La escucha se caracteriza a la vez por una real intención de comunicar así como por una calidad de percepción e interpretación del mensaje sonoro recibido. La escucha se evalúa pues por la calidad de aprovechamiento de nuestra audición y no por su nivel de sensibilidad.
Aunque la expresión "problemas de comunicación" posee indudablemente un carácter muy general y que las dificultades de comunicación pueden tener causas muy diversas y variadas, eso no impide que una proporción considerable de estas últimas encuentra su origen en distorsiones probadas de la función de la escucha. Las dificultades de comunicación pueden adoptar formas muy diferentes. Por ejemplo, pueden manifestarse por una incapacidad en aceptar recibir los sonidos que nos rodean sin que ello represente para nosotros una agresión: el claxon de un coche, una puerta que se cierra, el ambiente sonoro elevado en un restaurante, pero también ciertas voces, como la de un compañero de trabajo, un pariente, un amigo... Para ciertos, será imposible utilizar su voz como una verdadera herramienta de comunicación, por falta de dominio de sus diferentes componentes prosódicos: entonaciones, inflexiones, ritmo, intensidad. El interlocutor que recibe la voz la percibirá entonces como agresiva, fría, o desprovista de cualquier poder de expresión.
Es precisamente trabajando sobre la recepción y la emisión del sonido que el Método TOMATIS actúa eficazmente en la comunicación.
http://www.tomatis.com/es/el-metodo-tomatis/ambitos-de-aplicacion/trastornos-de-la-comunicacion.html
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